Juliana es hija de un Conde y además tiene una clínica propia en las afueras, en la que ejerce como doctora. Un buen día, atraído por los rumores que afirman que un beso de la bella doctora puede sanar cualquier herida o mal de forma rápida, el Duque de Haverstone se presenta en su casa. Su Excelencia afirma que en la capital hay un noble muy enfermo que precisa de los cuidados de Juliana, por lo que se la quiere llevar con él, pero… resulta que el noble en cuestión no es otro que el mismísimo Emperador!! ¿Y encima la enfermedad que lo acongoja es que no se le levanta?! A Juliana no le queda más remedio que recurrir a un tratamiento de lo más indecente para ayudar a Clauvert. Al comprobar que gracias a un beso de la joven su virilidad recupera la gloria pasada, el joven Emperador queda prendado del extraño poder de Juliana y la requiere cada noche. «Quiero que me beses directamente en la zona afectada» El guapo emperador y la doctora de la corte se ven envueltos en un tratamiento de lo más estimulante.