En “el 900” de Gotham City, una manzana conocida por el bloque de edificios homónimo, está ocurriendo algo tan inesperado como terrible. Sus habitantes se vuelven murciélagos humanos similares a Manbat por una epidemia, y obviamente el Dr. Kirk Langstrom, identidad civil del quiróptero antropomorfo original, tiene algo que ver. A medida que su historia personal y la de su esposa se despliegan ante nuestra atónita mirada, otros fenómenos requieren la atención inmediata de Batman a lo largo y ancho de Gotham. Entre ellos están los crímenes de Jane Nadie, una villana capaz de cambiar de aspecto que tal vez nunca tendría que salir del Asilo Arkham, y los asesinatos de policías que alguien en la sombra está cometiendo, al parecer, con absoluta impunidad. ¿Se hallarán implicados el multimillonario Elliot Caldwell, la letal miembro de la Liga de Asesinos que responde al nombre de Penumbra, Ra’s al Ghul... o esa especie de reverso tenebroso del Hombre Murciélago que es el villano llamado Ira?
Continúa en este volumen la etapa de John Layman y Jason Fabok al frente de Detective Comics, en la que siguen haciendo gala de su habilidad para sorprender a los lectores de cualquier generación al ir alternando el peso de la trama entre viejos conocidos —como Harvey Bullock— y personajes de nuevo cuño que no dejan de evolucionar de modos totalmente imprevistos pero coherentes con su trayectoria, como Penumbra (a la que vimos debutar en Rostros sombríos) o Ignatius Ogilvy, villano que daba título al recopilatorio Pingüino Emperador... y que aquí experimenta quizá la transformación más sorprendente. Joshua Williamson, Andy Clarke y Scot Eaton contribuyen, junto a otros, al acabado del tomo.
